Un día como hoy, en 1914, nació el protagonista de uno de los actos más valientes y sacrificados por defender nuestra nación, José Abelardo Quiñones. Su nombre es sinónimo de coraje, destreza y patriotismo puro.
HISTORIA
José nació el 22 de abril de 1914, en el puerto de Pimentel, ubicado en Lambayeque. Años después, completó su instrucción primaria en Chiclayo y Lima. Al culminar su educación básica, ingresó a la Escuela Central de Aviación con el título de Cadete.
Con su gran habilidad para el pilotaje y recepción de las enseñanzas, destacó entre sus similares. Pues aprovechó la oportunidad de hacer su primer vuelo en solitario con apenas 4 horas y media de instrucción. Con este récord en su historial, egresó con la promoción “Comandante Raguz”, recibiendo su despacho de Alférez de Aeronáutica.
Para despedirse de sus instructores, hizo lo imposible al sorprenderlos realizando un vuelo invertido a un metro del suelo.
LEGADO HISTÓRICO
En el año 1941, Ecuador inició un conflicto armado contra el Perú por espacios limítrofes que no estaban delimitadas ni establecidas. La frontera norte fue agredida, causando una alerta nacional, la cual llevó a que el gobierno ordenara la movilización inmediata de las Fuerzas Armadas para controlar el acto violento y defender el atropello desmedido contra la soberanía.
Entre los reclutados se encontraba Quiñones, quien era clave para las estrategias por sus habilidades. Por mandato oficial, cumplió múltiples misiones de reconocimiento, apoyándose en la tecnología que había llegado al Perú, realizó fotografías aéreas del frente ecuatoriano tras ejecutar movimientos arriesgados para esquivar los ataques ecuatorianos.
De acuerdo a la Orden de Operaciones N° 2 del 2 de julio, se planteó como objetivo la recuperación de la frontera, teniendo como principal equipo de ataque a los grupos de la aviación. Con el plan de acción ya determinado, procedieron a ubicarse sobre el objetivo para cumplir con el bombardeo al puesto ecuatoriano.
Durante esta operación, el avión piloteado por Quiñones, fue atacado cuando efectuaba el descenso. La nave quedó seriamente afectada por las antiaéreas enemigas.
El impacto terminó por prender en llamas al piloto. Aunque tuvo la opción de escapar con su paracaídas, eligió permanecer en su posición, manteniendo en equilibrio su máquina y se dirigió hacia el cuadro que inició el conflicto. Su objetivo, estrellarse y destruirla por completo.
Es así como llevó a cabo su misión, perdiendo la vida por proteger el territorio nacional. En reconocimiento a su sacrificio, fue ascendido en el mismo campo de batalla al Grado de Capitán.