La reciente propuesta del gobernador de La Libertad, César Acuña, de que el ejército patrulle las calles ha generado un intenso debate sobre la efectividad de esta medida frente a la creciente delincuencia en la región. En una entrevista con Cluber Aliaga, exministro del Interior y general en retiro de la Policía Nacional del Perú (PNP), se expuso la necesidad de fortalecer los cuerpos policiales y mejorar la calidad de los servicios de seguridad pública en lugar de depender de las fuerzas armadas. Aliaga enfatizó que, aunque la presencia del ejército puede aportar un apoyo temporal, no es la solución definitiva a la criminalidad.
A pesar de que el ejército y las fuerzas armadas están equipados para situaciones de conflicto externo, Aliaga argumentó que su preparación no se alinea con las necesidades de la seguridad interna. La labor policial requiere una capacitación específica y un enfoque en la aplicación de la ley, mientras que el Ejército se dedica a la defensa territorial y tiene una doctrina diferente, enfocada en el combate. Esto resalta la importancia de que las Fuerzas Policiales lideren las operaciones en el país, recibiendo el apoyo necesario de las Fuerzas Armadas para acciones preventivas y de disuasión.
Además, Aliaga criticó la declaración del gobernador como una forma de populismo y una respuesta ineficaz a una crisis que persiste desde hace más de 20 años. Propuso que la verdadera solución reside en un enfoque integral que aborde problemas estructurales como la educación, la generación de empleo y la promoción de valores cívicos. Según él, el éxito en la lucha contra la delincuencia no proviene de intervenciones temporales, sino de un compromiso sostenido para transformar las condiciones que fomentan la criminalidad.
La respuesta a la pregunta de si el ejército está capacitado para liderar esta lucha parece ser negativa; más bien, la atención debe centrarse en el fortalecimiento de las instituciones policiales y en el desarrollo de políticas que busquen soluciones a largo plazo.